Según un sondeo reciente de Dell e Intel, siete de cada diez empresas españolas invierte en tecnologías de la información, y el 92 % de los directivos encuestados asegura que sus organizaciones tendrán que esforzarse mucho para adaptarse a las nuevas necesidades de sus clientes. Según otro sondeo, esta vez de la consultora BDO, la transformación digital ha repetido este año como la principal prioridad estratégica para las marcas de nuestro país. En todos los sectores saben que queda mucho por hacer.
Los que más han avanzado en su transformación digital son, sobre todo, los sectores de tecnologías de la información, los medios de comunicación, los servicios profesionales y el sector financiero.
Ciertamente, las empresas que han liderado la revolución tecnológica son las que más motivos tenían para transformarse fulminantemente. Las firmas que diseñan y comercializan software y las proveedoras de hardware (dispositivos móviles, portátiles, etc.) entendieron hace años que, si iban a vender productos y servicios digitales, lo óptimo era que ellas mismas fueran las primeras en digitalizar sus estructuras.
Los medios de comunicación, en paralelo, han demostrado una capacidad impresionante para cambiar sus formas de hacer y trabajar. Es verdad que muchos de ellos han sufrido durísimos recortes y problemas financieros, pero también lo es que, por ejemplo, los principales periódicos cada vez están más cerca de un grandísimo hito: sus negocios digitales no tardarán en convertirse en sus principales fuentes de ingresos.
En los servicios profesionales, donde incluiremos tanto la consultoría como el asesoramiento legal, ha brillado la digitalización de las grandes consultoras y, muy especialmente, de las que ofrecen servicios tecnológicos. En el otro extremo, a los despachos de abogados, con una tradición fuertemente conservadora, les está costando más zambullirse en las oportunidades de los datos masivos, la inteligencia artificial o la flexibilización de sus estructuras laborales.
El sector financiero está atravesando una convulsión impresionante tanto en el ámbito de los seguros como en el de la banca. En los seguros, los avances con el análisis de millones de datos para mejorar el precio de las coberturas y la previsión de riesgos es más que notable. De hecho, existe un debate incipiente en el sector sobre si la personalización excesiva de los seguros no pondrá en peligro a los asegurados más vulnerables.
En el campo de la banca, son muy patentes los desarrollos de nuevos sistemas de pago y cobro, las alianzas con gigantes tecnológicos como Apple o Google o la apuesta por la banca online en detrimento de las sucursales físicas. También están llamando la atención los movimientos de las grandes entidades a la hora de reducir el coste de la transferencias internacionales. Aquí todo parece indicar que bases de datos distribuidas y descentralizadas como Blockchain o los sistemas de intercambio como Ripple van a jugar un papel sustancial.
Naturalmente, todo esto no significa que no haya sectores rezagados en la adopción de la transformación digital. Conviene recordar que este retraso no significa que no realicen avances, sino que los hacen con mucha lentitud y no poco escepticismo. Aquí nos referimos sobre todo al segmento rural, a la construcción y al mundo de la administración.
A pesar de todo, en el segmento rural, se han lanzado numerosos programas en todo el mundo de datos masivos e inteligencia artificial para optimizar la eficiencia de los cultivos y mejorar la trazabilidad de la carne que consumimos. La construcción todavía necesita un trabajo abundante en todo lo relacionado con las tecnologías de impresión en 3D para que abrace de verdad su transformación. Faltan nuevos materiales y la capacidad para que “imprimir” una casa según los estándares españoles o europeos de impresión 3D no sea más caro que construirla al modo tradicional. La administración, aunque es verdad que intenta seguir la evolución del ciudadano y su preferencia por los dispositivos móviles, necesita apostar más por la automatización de los procesos y la flexibilización, agilización y aligeramiento de sus estructuras. Como se ve, la transformación digital es un fenómeno casi universal en las empresas, pero la velocidad de adopción es totalmente distinto en unos y otros sectores. De todos modos, es un hecho que, conforme se avanza más en la transformación, se acelera más el ritmo, porque las empresas y la administración descubren que casi todos podemos ser más veloces y eficientes cuando cabalgamos a lomos de las nuevas tecnologías.
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