Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
(José de Espronceda)
Durante este extraño verano de 2020 he tenido, como casi todos los periodos estivales, unos días para descansar y, sobre todo, para reflexionar. En esta ocasión, había mucho sobre lo que pensar.
He pasado un tiempo cerca del mar, que es donde me siento mejor. Mis pasos me han llevado a la Costa Brava y la Costa Dorada, en concreto a dos lugares que conozco bien desde hace muchos años: Begur y L’Ametlla de Mar.
Me siento afortunado al poder decir que han sido ese tipo de vacaciones relajadas cuyas actividades han consistido en disfrutar del mar, pasear por el pueblo y hablar con sus gentes, probar un vino nuevo, leer libros de diferentes temáticas, charlar sin prisas… En resumen, disfrutar de esos pequeños detalles que engrandecen la vida. Y lo más importante de todo: he pasado tiempo de calidad con mi familia, con amigos y también conmigo mismo.
Pero he de confesar que al mismo tiempo han sido unas vacaciones atípicas y estresantes. ¿Por qué? Objetivamente no tengo nada de qué quejarme, si pensamos que en esta situación que vivimos muchas personas no han tenido vacaciones o, peor aún, ni siquiera están con nosotros para disfrutarlas.
El estrés, que es algo común en nuestro día a día, suele tender a relajarse en vacaciones, pero esta vez no ha sido así. Mi cabeza ha sido un hervidero de reflexiones a todas horas. No paraban de venir a ella pensamientos y casi todos en formato socrático, es decir, en forma de preguntas. Y las preguntas, una y otra vez, eran abundantes y complejas, tanto que muchas aún no tienen respuestas. No entraré ahora en las preocupaciones e interrogantes que todos tenemos respecto a la salud, que también me rondaban por el cortex a menudo, pero sí en otros muchos interrogantes que os comparto.
Interrogantes “dentro del barco”
El primer grupo de cuestiones son las que considero que están “dentro del barco”. Es decir, las que todos los empresarios deberíamos preguntarnos en el seno de nuestras compañías, y a las que deberíamos, junto a nuestros equipos, buscar respuestas.
- ¿Cómo tenemos que dimensionar la empresa para esta mal llamada «nueva normalidad»?
- ¿Qué cosas nuevas podemos hacer para ayudar a nuestros colaboradores, clientes y partners?
- ¿Cómo, a pesar de la crisis, podemos ayudar a los más necesitados con la fundación?
- ¿Cómo desarrollar la nueva forma de trabajar y colaborar en remoto?
- ¿Cómo cambiar la cultura en la distancia?
- ¿Cómo mejorar el engagement en esta situación?
- ¿Cómo desaprender para aprender nuevas formas de trabajar en flexiworking?
- ¿Cómo desarrollar y lanzar innovación en un mercado aturdido por la recesión?
- Si combino las 8 Ps de Kotler y la matriz de cuatro estrategias de Ansoff, ¿qué decisiones tácticas y estratégicas debo tomar y dónde debo poner los recursos a trabajar?
- ¿Qué nuevas medidas y planes de riesgo hay que contemplar en esta situación?
Interrogantes “fuera del barco”
Otras cuestiones, importantes a su vez, están fuera del barco. En navegación, serían factores como el estado de la mar, el clima y el viento.
En la situación empresarial actual, sin duda el parte dice que hay tormenta.
Me refiero aquí a todas las cuestiones económicas y sociales que incluyen directamente en la actividad de las empresas.
- ¿Cuáles serán los escenarios más realistas de la economía en recesión en España?
- ¿Hasta dónde llegará la destrucción de empresas y empleo?
- ¿Qué más puede y debe hacer el gobierno para inyectar liquidez a las empresas y autónomos?
- ¿Qué estímulos serán claves para la recuperación además de la indiscutible digitalización?
- ¿Qué va a pasar con la educación?
- ¿Cómo va a ser la vuelta a las aulas y qué consecuencias tendrá para las familias?
- ¿Qué pasará con sectores clave muy tocados como el turismo, la automoción y el comercio?
- ¿Qué hábitos van a cambiar temporalmente o para siempre?
- ¿Tendremos vacunas? ¿Cuándo?
- ¿Cómo se van a transformar los negocios más expuestos al mundo físico como los restaurantes y las empresas de ocio y viajes?
- ¿Qué nueva regulación nos espera en materias como la laboral?
- ¿Qué va a cambiar en la sanidad?
- ¿Cómo va a mutar el sector inmobiliario?
- ¿Cuáles serán los efectos de la seguridad en las ciudades?
La solución: actuar
No quiero extenderme, pero en mi cuaderno de notas tengo varios folios con preguntas como estas. También sé, por experiencia, que en la vida es más importante hacer que esperar. Así que he decidido no esperar respuestas, que creo nadie puede responder con el grado de certeza y certidumbre que necesitamos, sino seguir actuando. La clave está en los verbos de acción y es ahí donde encontraremos respuestas. Y en ese principio tan básico y fundamental hay que focalizarse. Pensar y trabajar son ventanas para salir de cualquier crisis, y por eso hay que ponerse a ello cuanto antes.
Ya hemos tenido que aceptar el cambio, convivir con el enfado, la tristeza y el estrés de esta situación. Ahora toca crear, inventar y poner en marcha mucha acción. Y siempre en equipo: la fuerza del equipo es la que mueve el mundo. Una persona puede cambiar el mundo, sí, pero siempre que cuente con un equipo y seguidores. La acción sumada a la colaboración produce ese efecto multiplicador capaz de todo.
Soy optimista por naturaleza –aunque no un optimista iluso–, y cada día que pasa, a pesar de la dificultad, veo oportunidades. Quiero pedir a nuestro Gobierno que piense en medidas extraordinarias para los sectores más afectados como el turismo (entre otros). También pido inyecciones de liquidez para nuestros pequeños comercios y pymes, que suponen el 98 % de nuestro tejido empresarial y flexibilidad laboral para los nuevos tiempos. Ruego que ejecute de forma inteligente en tiempo y forma la adjudicación de los fondos europeos, que son 140.000 millones, que rebaje los impuestos a empresas y ciudadanos y que la nueva agenda digital se cumpla para hacer más competitiva nuestra industria y nuestras empresas.
Todas estas son medidas para navegar en la crisis, para reactivar el país, minimizar el impacto de los cierres de empresas, frenar el desempleo, recuperar y mejorar la actividad y crear empleo en menos de dos años.
Y a los empresarios, héroes de la economía, así como a todos los trabajadores, les deseo mucho ánimo y fuerza, además de colaboración y determinación. El viaje es difícil, todos lo sabemos, pero hay que recorrerlo y, junto a la perseverancia, nos hará llegar a un destino diferente y mejor.
Sigamos, pues, navegando.
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