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¿En qué se diferencia un líder de un gestor?

El orígen de la palabra “líder” no está muy claro: no se sabe si es un calco del inglés o proviene del latín. En cualquier caso, ambas etimologías servirían para explicar la finalidad de un líder. Por parte del latín, sería la persona que inicia una disputa y, por lo tanto, quien tiene una posición más activa para cambiar algo. En cuanto al inglés. representaría la función de alguien que guía o conduce a un grupo o a una colectividad. Por lo tanto, la idea general reside en que es alguien con iniciativa para dirigir las acciones de más personas y cambiar así el curso de los acontecimientos.

Confianza y comunicación, necesarias en un buen líder

La iniciativa de una persona no basta. Esta tiene que ir ligada a una serie de características personales para que las directrices dadas no sean meras órdenes. De hecho, Max Weber creía que un líder carismático era aquel al que sus seguidores le atribuían condiciones y poderes diferentes a los del resto de dirigentes. 

Para ello, la empatía, el compromiso, el conocimiento de las personas que conforman el equipo y el sentimiento de pertenencia a él son fundamentales. Estos aspectos pueden resumirse en la confianza. Esta tiene una relación directamente proporcional al impulso de la productividad y la obtención de resultados. Piénsalo así: si conoces las preocupaciones, aspiraciones, problemas e intereses del equipo se crea un vínculo en el que la empresa y tú podéis contribuir a cada uno de los objetivos personales y, por ende, al fomento de la motivación. 

Gracias a la relación que se establece, hay más facilidad para que exista un feedback continuo, desaparezcan los malentendidos y mejore la asimilación de mensajes, lo que se traduce en una toma de decisiones más rápida. Como ejemplo ilustrativo, una encuesta realizada por Society For Human Resource Management estableció que los empleados se comportan de manera diferente en el lugar de trabajo cuando tienen buena relación con sus supervisores. En definitiva, es necesaria la comunicación para llegar a tener confianza.

La comunicación también es importante para explicar el círculo de proyectos-procesos. El objetivo de los proyectos es crear algo nuevo, el de los procesos, desarrollarlos mediante tareas cuidadosamente organizadas y llevadas a cabo con la mínima interrupción. El líder tiene que entender el círculo. Su función reside en diseñar cómo se va a innovar, pero si no comprende los procesos, no podrá gestionarlos adecuadamente y la ejecución no cumplirá con los objetivos del proyecto. La consecuencia de una mala comunicación es la pérdida de talento, ya que los empleados no se ven alineados con las metas de la empresa. 

Líderes de la transformación digital

Otro de los aspectos que influyen en ser un buen líder y que los trabajadores tengan también esta percepción es la adaptación del entorno laboral a la digitalización. Un estudio reciente de VMware reflejó que el 74 % de los empleados encuestados en España considera que la flexibilidad en el uso de herramientas digitales es un elemento determinante a la hora de aceptar un puesto de trabajo. Proporcionar más acceso a los dispositivos, aplicaciones y herramientas facilita los procesos y permite que los trabajadores sientan que sus necesidades son escuchadas. Como consecuencia, aumenta la productividad y la motivación. Esto resulta muy relevante si se tiene en cuenta que el 51 % de los encuestados piensan que no tienen voz respecto a la experiencia digital en el trabajo.

Como mencionaba antes, la confianza implica la comunicación bidireccional entre los dirigentes y los empleados. Si los primeros no escuchan a los segundos en las necesidades que estos tienen a la hora de llevar a cabo los procesos, la innovación no será posible. Habrá desajuste en el conocimiento de las carencias del capital humano. De esta manera, hablaríamos solo de gestión y ejecución de los proyectos y por lo tanto, no existiría un líder, sino un gestor. 

Buenos ejemplos de liderazgo

Llevando la teoría a la realidad, creo que un buen ejemplo de líder es Sylvia Metayer, CEO de Sodexo Corporate Services. Ante los crecientes cambios que proporciona la tecnología, considera que la función de un CEO es apoyar a los empleados para que sus tareas sean más sencillas. Para ello, les proporciona cursos continuos de formación para que todo el mundo se adapte adecuadamente a la evolución en el mercado.

Melissa Reiff encarna otro ejemplo sobre liderazgo. CEO de The Container Store, su filosofía se basa en que todos los empleados sepan todo sobre la empresa. De esta manera, según enuncia en su página web, se crea un sentimiento de pertenencia al equipo porque todo se comunica.

También me interesa el ejemplo de Jaime Colsa, CEO de Palibex. Sabe cómo hacer que los empleados se sientan orgullosos de su empresa a pesar de estar en un sector a priori menos atractivo que otros (transporte de mercancías). Y lo hace mediante acciones de responsabilidad social corporativa, una preocupación continua por su bienestar y una estrategia centrada en las personas.

En definitiva, saber tomar la iniciativa y guiar a la gente no es sinónimo de ser un líder. Al final, la mayoría de las personas que tienen puestos directivos saben mandar, pero si no tienen determinadas características no pueden liderar. La principal y la que engloba a todas es la confianza; esta implica comunicarse de forma fluida, saber escuchar y ejercer la empatía. Si se consigue establecer ese vínculo, los empleados se sentirán identificados con la empresa y estarán más motivados para ejecutar las tareas que forman parte de los procesos. Así, un verdadero líder podrá dedicarse a la innovación y estará preparado para afrontar la transformación digital.

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