Fichar a los mejores y mantenerlos en plantilla no es sólo cuestión de añadir ceros en una nómina. Tanto en el mundo de la pyme como en la gran liga empresarial, para que un trabajador capacitado –de esos que pueden elegir– decida ‘jugar’ en tu equipo y defender sus colores, es necesario ofrecerle algo más. Asegurarle que, con nosotros, va a sentirse respetado, realizado y sobre todo, que va a disfrutar. Garantizarle, en definitiva, lo que se denomina en gestión del talento el salario emocional.
Resulta llamativo el fenómeno que se produce en toda empresa ‘cazatalentos’ antes y después de conseguir la ‘pieza’ más codiciada o lo que Juan Luis Polo, director de Territorio creativo, denomina “la paradoja permanente de contratar talento”: el paso, relativamente rápido, que dan esta compañías desde el esfuerzo que supone reclutar a la apatía de deducir que, para mantenerle en sus filas, con dinero va a bastar.
No es real. Y debemos ser conscientes cuanto antes. Evitar que nuestras personas más valiosas decidan saltar por la borda o abandonarse a la deriva porque no se sienten reconocidas o porque la falta de una buena política de conciliación les impide realizarse plenamente.
Como dice Gregory Unruh, experto innovación empresarial, el empleado del siglo XXI ha cambiado sus expectativas y los responsables de las compañías debemos cambiar con él para adaptarnos a la nueva situación. Papa proporcionarles ese famoso salario emocional del que antes hablábamos.
Pero administrar esta paga extra y hacerlo correctamente no es tarea fácil. Requiere de un importante ejercicio de empatía y liderazgo por parte del responsable de cualquier organización. Él es quien debe percibir las necesidades del futuro empleado o de aquel que queremos fidelizar. Es su tarea conocer el contexto socio-laboral en el que se desenvuelve o se desenvolverá e informarle o tomar decisiones, según el caso.
A veces se trata de dar una palmada en la espalda, de esas que todos hemos necesitado en alguna ocasión. En otras, lo que se demandan son facilidades para compatibilizar la vida personal o familiar con la laboral. Sentirse útiles en esferas más humanas, queridos, aceptados en el grupo. Eso, en la empresa, estoy seguro de que se puede lograr.
Con medidas como la ampliación del permiso de paternidad o la concesión de mejoras durante el permiso de lactancia. Dando la posibilidad de asistir a las reuniones escolares a quienes tienen hijos. Apostando por el teletrabajo y la flexibilización horarios. Fomentando el desarrollo personal con formación y respaldando a los intraemprendedores sin dejar de apoyar el trabajo en equipo. Todos somos piezas únicas e indispensables dentro de un buen mecanismo.
Estas medidas no son tan sólo ideas bonitas sobre un papel mojado: para nuestra gente en Sage son una realidad. Proporcionar facilidades va en nuestro ADN empresarial. Supone una muestra del compromiso que, a mi juicio, cualquier empresa debe cumplir cuando se firma un contrato. El compromiso que multiplica las opciones de que el trabajador quiera dar lo mejor de sí mismo. Eso beneficia a todos y debe ser así. Al fin y al cabo pasamos muchas horas juntos en la oficina. Debería ser como nuestro segundo hogar.
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