La semana pasada tuve el placer de participar en la segunda edición del Foro Humanismo en la Era Digital , un evento virtual orientado a debatir sobre la tecnología y las personas en los ámbitos de la educación y la empleabilidad. Estaba organizado por Área Andina, fundación universitaria colombiana. Diego Molano, Ernesto Priani, José Leonardo Valencia y yo configuramos el primer panel del foro, en el que expusimos nuestras ideas sobre el humanismo digital y sus implicaciones en el momento actual, poniendo el foco en la educación.
Como eje de este foro, Carine Gómez, Decana Nacional de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas y Vicerrectora Académica de la Fundación Universitaria del Área Andina, moderadora de las intervenciones, expuso que el humanismo digital es el producto del encuentro de la tecnología y de la vida humana y su objeto es conservar a las personas en el centro. Como he defendido muchas veces, el ser humano y la digitalización son elementos complementarios. Hay que mirar al pasado para entender el humanismo y a la vez mirar al futuro para entender lo digital. Es en el presente donde confluyen los elementos que crean el compuesto del humanismo digital.
En este presente hay dos factores que han hecho que la revolución 4.0 sea diferente a las anteriores: la exponencialidad y la gran velocidad de la digitalización. Solo bajo el paraguas del humanismo se puede ejercer un control sobre la tecnología, porque son las personas y su voluntad de progreso quienes la crean para su bienestar. El fin es el ser humano, la tecnología es un mero medio.
Para cerrar la brecha digital se necesita conocimiento
Diego Molano, Ministro de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (2010-2015) en Colombia, coincidía en que en la convivencia del mundo real y el mundo digital las que tienen que salir ganando son las personas. Las revoluciones han proporcionado tradicionalmente mayor calidad de vida e igualdad entre las personas, que necesitan capacitarse y reinventarse para beneficiarse de los nuevos avances. En esta nueva revolución, coincidente estos últimos meses con la pandemia mundial del coronavirus, Diego incidía en que se había producido un salto productivo del uso de internet, pero al mismo tiempo se había agrandando la brecha digital, tema del que hablé hace poco en mi blog. La falta de infraestructuras y de talento son los responsables del desigual acceso a la digitalización y, por eso, Molano subrayaba la importancia del conocimiento para abordar esa brecha. “La capacitación a gran escala contribuye a la inclusión de todas las personas y es el impulso necesario para la innovación”, comentó.
Ernesto Priani, filósofo, profesor y divulgador mexicano, y José Leonardo Valencia, rector nacional de Área Andina, también pusieron al conocimiento como pilar fundamental del humanismo digital. Ambos expusieron sus ideas sobre el método educativo en una época de incertidumbre.
Repensar el modelo educativo es pensar en el ser humano
Ernesto Priani comenzó explicando el problema ante el que se han encontrado instituciones, profesores y alumnos con la emergencia sanitaria. En muchos casos, la práctica docente sigue basada en un modelo educativo tradicional sin tecnologías y la acelerada migración de las clases al mundo digital de un día para otro ha creado no solo una experiencia desigual, sino también un cambio en los factores educativos. Dijo una frase sobre el empleo que también había formulado previamente Diego Molano con otras palabras y que me pareció muy cierta: “te doy más trabajo para asegurarme que estás aprendiendo”.
Las tecnologías deberían hacer la labor educativa más eficiente y no más ardua. Por ello, estableció que para priorizar al ser humano se debería hacer una reflexión pedagógica y flexibilizar tanto los programas como los modelos de estudio. Para él se debería compaginar la educación online con la experiencia complementaria de las intervenciones presenciales, por la ventaja que supone el trato más individualizado de las primeras.
Aunque se vuelva a la normalidad no se va a volver a las mismas condiciones ya que el uso de la tecnología para la educación ha crecido a marchas forzadas durante esta pandemia. Esto debe servir para que los modelos de estudio se flexibilicen teniendo en cuenta sus límites, la capacidad de reinvención de las herramientas digitales y la falta de infraestructuras. Construir una nueva pedagogía que tenga en cuenta los avances es la única manera de tener como centro el ser humano.
La educación no ha ido a la misma velocidad que los cambios de otros sectores en la 4ª revolución
En línea con la discusión de Priani y Molano, José Leonardo Valencia explicaba que la presencialidad y el modelo online eran complementarios, no excluyentes. “La presencialidad va a seguir existiendo, pero es la virtualidad lo que va a permitir el desarrollo educativo desde la distancia”, comentó. Esto implica que ahora se puede llegar a áreas geográficas donde antes no se llegaba por el modelo de formación no presencial, de manera que se pueda contribuir al cambio y al desarrollo socioeconómico de estas regiones más desfavorecidas. Así no solo se fomenta la competitividad, sino que se contribuye a cerrarla brecha digital. En esto estoy de acuerdo, si bien añadiría que para hacerlo realidad se necesita una gran inversión de recursos y una formación acorde para su correcto uso.
Volviendo al humanismo digital, Valencia contaba que para hacer posible este compuesto trabaja junto con Diego Molano en crear una organización que se adapta rápidamente a diversos contextos gracias al desarrollo de las habilidades blandas de las personas y el acompañamiento de la tecnología. “La prioridad de la educación superior es formar excelentes seres humanos que puedan desenvolverse profesionalmente y marcar la diferencia”, aseguró. Sin duda es un buen propósito.
Para no quedarnos a rebufo de las nuevas tecnologías y aprovechar el potencial de esta revolución, hace falta darle una vuelta al modelo educativo para que sea flexible, se adapte al cambio y no deje a nadie atrás. El formato educativo debe centrarse en el ser humano mediante el impulso de las habilidades blandas y la tecnología debe adaptarse a los distintas circunstancias y a nuestras necesidades. Solo así se conseguirá un completa integración del humanismo y la digitalización.
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