Algunos de los lugares más bonitos que he visto en España están muy lejos de las grandes ciudades. No me malinterpretéis, me encantan las grandes urbes como Madrid, Barcelona o Sevilla: su ritmo, su vida y toda la infinidad de posibilidades que se abren ante uno, tanto personales y sociales, como empresariales. Sin embargo, me cuesta hacer una corta enumeración de entornos rurales que han conseguido atraparme a lo largo de mi vida. Su tranquilidad, su encanto, su naturaleza tan poco castigada por la mano del hombre. No importa si es costa o interior, hay lugares que han conseguido transportarme. Siempre me ha gustado mucho viajar y recuerdo lo que significaba hacer kilómetros y kilómetros pasando por estos lugares. A veces hasta aprovechaba el camino para detenerme a admirarlos y siempre acababa pensando lo mismo: ¿cómo siendo este lugar tan mágico no está más poblado? ¿será eso lo que lo hace tan especial?
A medida que me fui introduciendo en el mundo de los negocios, llegué a entenderlo un poco mejor: las grandes conexiones se encontraban en el entorno urbano y, como tal, cada vez había un éxodo mayor hacia las grandes ciudades. Al fin y al cabo, era la forma de conseguir una mayor comodidad y estabilidad para con el trabajo. Grandes empresas, industria, puntos clave y estratégicos y, con la llegada de internet, avances tecnológicos punteros y mejora de la conectividad. A medida que internet y la tecnología móvil se fueron adentrando en la sociedad, los recursos – en ocasiones muy limitados – se fueron distribuyendo en núcleos de población. Así se creó un círculo vicioso que devino en el panorama actual: mayor inversión tecnológica y digital en los mayores núcleos urbanos a éxodo rural a las ciudades a menos gente en zonas rurales a menos inversión tecnológica y digital en estos núcleos, y vuelta al principio. Finalmente, esta situación derivó en el abandono de muchas zonas de España, donde sus habitantes vieron relegados sus hogares a periodos estivales en los que poder regresar. De hecho, algunos jóvenes urbanitas que han vivido siempre en esta sociedad hiperconectada se echan las manos a la cabeza cuando no pueden disfrutar de una conexión rápida en algunos puntos de la red de metro, pero, sin embargo, desconocen que actualmente hay zonas de España que carecen de una conexión 4G de gran velocidad, por no hablar de fibra óptica. Así, con el paso de los años, esta situación ha derivado en la conocida como brecha digital rural.

Con todo, el 2020 ha puesto patas arriba los estándares sociales a los que veníamos abocados como sociedad en los últimos años y ha supuesto un punto de inflexión en casi todos los aspectos. Afortunadamente, este problema tan acuciante en las últimas décadas ha comenzado a ocupar el espacio que requiere, llegando a copar portadas, fórums y mesas redondas.
“De cerrarse la brecha rural digital e instaurando una cultura de trabajo flexible, muchos de estos lugares mantendrían estables sus índices de población, actividad y desarrollo más allá de los periodos vacacionales y el turismo.”
Con la aparición del teletrabajo ha quedado algo claro: la presencialidad no es sinónimo de mayor trabajo. Ya no es necesario ir cada día a la oficina y, por tanto, estar anclado a vivir en el mismo lugar en el que se encuentra tu puesto de trabajo. Pero, ¿qué ha supuesto esto para la España Vaciada? A medida que se instauraba el confinamiento domiciliario, muchas personas decidieron abandonar sus primeras viviendas, situadas en entornos urbanos masificados donde trabajan presencialmente, y acudir a entornos más tranquilos o segundas residencias, en muchos casos aquellas que dejaron atrás para mudarse a la ciudad. Así, gran cantidad de pueblos han visto como su población aumentaba durante este periodo, lo que ha dejado entrever que, de cerrarse la brecha rural digital e instaurando una cultura de trabajo flexible (o flexiworking), muchos de estos lugares mantendrían estables sus índices de población, actividad y desarrollo más allá de los periodos vacacionales y el turismo. Esto supondría una mejora económica sustancial para estos enclaves y, por tanto, para el país.
Tal y como afirma el Libro Blanco de Ametic para el Desarrollo de las Competencias Digitales, una de las líneas de trabajo clave para garantizar la recuperación económica y la digitalización de la sociedad es cerrar la brecha rural existente. Así con todo, han comenzado a asentarse las bases para ello con el Plan España Digital 2025 y los fondos europeos Next Generation: el salvavidas a la España Vaciada. En primer lugar, el Plan España Digital 2025 contempla tres puntos clave para el cierre de esta brecha rural: el Plan para la Conectividad y las Infraestructuras Digitales, el despliegue de la tecnología 5G y el plan nacional de competencias digitales. Entre sus ejes de trabajo se centran en apoyar el despliegue de infraestructura, redes y servicios 5G en todos los lugares y en la consecución de que el 100% de la población cuente con una conectividad de mínimo 100Mbps.

“Tenemos ante nosotros dos retos: en primer lugar, desplegar la red que rompa con la dicotomía de la no-conectividad en entornos rurales y, en segundo lugar, una vez esto se haya realizado, debemos garantizar la estimulación del tejido productivo en esas zonas.”
Además, los fondos EU Next Generation suponen una aportación de vital importancia para la consecución de estos retos, con una gran inyección económica que impulsa esta transformación digital y el cierre de esta brecha por medio del despliegue de infraestructuras y el 5G. Con todo, para llevar esto a buen puerto, es necesario una colaboración público-privada que garantice la correcta implantación y desarrollo de esta actividad. Tenemos ante nosotros dos retos: en primer lugar, desplegar la red que rompa con la dicotomía de la no-conectividad en entornos rurales y, en segundo lugar, una vez esto se haya realizado, debemos garantizar la estimulación del tejido productivo en esas zonas. Tan solo así podremos determinar una próspera recuperación de la economía.
Finalmente, me es inevitable pensar que, si toda España contase con una infraestructura y una conectividad equitativa o similar, y si el teletrabajo se instaura bien total o parcialmente, se abriría mucho más el abanico de posibilidades que nuestro país nos ofrece. Yo sigo siendo un fan de las ciudades, mejor dicho, de algunas ciudades, lo admito, pero eso es un asunto de gustos y descontando el factor tecnológico.
Pero en el caso de la mejora de la conectividad que comentaba, tú, ¿cambiarías tu lugar de residencia habitual si el trabajo no determinase tu localización?
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