Si el 2020 hubiera sido una película distópica, no creo que hubiera soportado más de 20 minutos viéndola. El mundo que se ha presentado este año frente a nuestros ojos ha sido, cuanto poco, uno de los más duros que recordamos en la historia moderna.
La lucha titánica contra la Covid-19 y todas las despedidas que nunca se convirtieron en un adiós digno, el movimiento antirracial Black Lives Matter y el viento de igualdad que levantó ese último “I can’t breathe”, las imágenes de miles y miles de hectáreas ardiendo sin control en todo el mundo y el alzamiento de las nuevas generaciones reclamando que no hay un planeta B … Todo esto y más ha moldeado nuestra percepción de una realidad que parece sacada de la peor película imaginable. Si bien muchos tacharán al 2020 como el “peor año de la historia” tal y como titulaba TIMES su portada del pasado 14 de diciembre, creo todo ello debe servirnos para reflexionar sobre qué hemos aprendido durante este año.
Porque de las adversidades, también se sale más fuerte.
El principal legado de esta pandemia podría traernos uno de los mayores cambios estructurales en el mundo laboral de los últimos siglos. Durante la pandemia el teletrabajo pasó del 5% al 34% en España según un estudio realizado por IvieLab, del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Este cambio radical que tuvimos que adoptar de la noche a la mañana ha supuesto innumerables retos para las compañías, y también, para muchos trabajadores.
Si bien se ha debatido sobre la productividad de esta medida tomada a la carrera, no me cabe duda de que, a medio-largo plazo, los resultados de la productividad podrían mejorar notablemente. A medida que la crisis adopte prácticas más amplias, eficientes e inteligentes de teletrabajo, aumentará el bienestar y la eficiencia de los trabajadores y reducirá los costes de las empresas. Esto podría acelerar la transición hacia una «nueva normalidad», que habría sido más gradual en ausencia de la crisis, dadas las incertidumbres y los costes en torno a los cambios organizativos y de gestión necesarios, además de otros obstáculos, como la escasa cultura de trabajo deslocalizado o las limitaciones legales.
Llegados a este punto podemos tomar la llegada de la Covid-19 como un instrumento de medición para saber el grado de preparación con el que contábamos a nivel privado y púbico en la ruta de la transformación digital. Las diferentes organizaciones han tenido que responder de manera inmediata desarrollando e implementando soluciones digitales, automatizando procesos y soluciones en la nube.
El informe ‘CEO Outlook 2020: COVID-19’ elaborado por KMPG en septiembre de este año destaca que la crisis sanitaria ha impulsado un 80% el proceso de digitalización de las empresas. Este cambio de actitud de las empresas ya no tiene marcha atrás, y es uno de los cambios que tenemos que saber aprovechar al máximo. El mundo empresarial deberá seguir apostando por la digitalización de su operativa, procesos y talento, que garantice un éxito hacia la transición de la transformación digital al completo.
“El mundo empresarial deberá seguir apostando por la digitalización de su operativa, procesos y talento, que garantice un éxito hacia la transición de la transformación digital al completo.”
Tanto pymes como grandes empresas deben apostar por la nube, aprovechar el potencial que ofrece la Inteligencia Artificial, utilizar el big data, la automatización de procesos, la formación de perfiles digitales… si no quieren quedarse atrás en un mundo que, ahora sí, ya es digital.
En marzo, Bill Gates escribía en una de sus notas que la Covid-19 era “como una guerra mundial solo que, esta vez, todos estamos en el mismo bando. Y hay esperanza, porque veo la innovación global como la llave para aplacar el daño”.
Y esperanza, en efecto, es lo que nos queda. Porque a lo largo de 2020, los avances en la ciencia, la tecnología, la salud digital, el liderazgo y la solidaridad han sido nuestra mejor enseñanza.
Me alegra comprobar, ahora que finaliza el año, que la visión optimista de Gates de que el mundo se uniría para luchar contra la Covid-19 era cierta, con algunas excepciones.
Aunque la actualidad siempre parecía esquivar nuestra atención de estas y muchas otras consideraciones positivas, estaban ahí, y se quedarán con nosotros en el futuro, dando esperanza no sólo para el 2021, sino para los años y décadas posteriores.
Os deseo a todos un 2021 lleno de salud y optimismo.
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